Amor es… ir juntos al cine de Miguelito

Proyector de cine Galaxia ..foto cortesía..abogado Marlon Rodriguez

Memo era un chico silencioso y amable. Caminaba sin prisas, con las manos dentro de las bolsas del pantalón, lo que le daba un aire despreocupado, al caminar parecía levitar, como en cámara lenta, como si la fuerza de gravedad no le afectara; cualquiera diría que imitaba a un astronauta sin escafandra.
Y ese era el chico que a la Martita Mazier le atraía. Ella era una adolescente de piel canela. A quien las hormonas recién tocaban las puertas de su ser, y laboriosas diseñaban curvas, trazando formas que enloquecían a los jóvenes, la memoria de sus genes trazaba su abultado trasero, quizá de alguna antepasada perdida allá en el lejano y viejo continente negro.
Martita, con los sueños ingenuos de amores a primera vista, como los que leía en las revistas y novelas de Corín Tellado. Coleccionaba estampitas de “Amor es” y notaba que todas hablaban de ella y Memo…”que amor es llevarla al cine” “amor es hacer las tareas juntos” Hasta la música conspiraba contra su tranquilidad, como cuando escuchaba en Radio “la Voz del Junco” a “Los Terrícolas” que decía en la canción: “Hola mi amor…¿Cómo estuvo la clase de hoy” y la chica contestaba con una voz casi infantil impregnada de culpa y miedo: “Llevas mucho tiempo esperando” y luego contesta el ardiente enamorado: “Un poco…pero te quiero mucho mi amor”…y se estremecía la Martita cuando escuchaba la voz de la niña enamorada “/Si pero, apúrate que pueden vernos” luego la confesión desgarradora de el: “¿Bueno, pero, hasta cuando vamos a seguir ocultando lo nuestro? ¡Es que no te das cuenta que cada día crece más y más mi amor por ti!”
Una mañana al salir de clases en el colegio La Independencia, Martita recibió “un papelito” de Memo el silencioso. Eran dos corazones atravesados por una flecha y con las iniciales de ellos diciéndole: ¿La llevo al cine hoy? Ella sin pensarlo le envió otro “papelito” con un dibujo de una carita de “Amor es…ir al cine de Miguelito”
Y la Martita saltaba feliz desde que llegó a la casa, besó a su madre Pastora, tiró los cuadernos y el uniforme. Se puso a asear la casa tarareando una canción de Leo dan “Mari es mi amor…” y al mismo tiempo pensando y pensando –cosas que solo las mujeres pueden hacer, estar en dos cosas a la vez- como pedir permiso para ir al cine. La solución era Maruca su hermana mayor. Ahora había otro problema ¿y el pisto de la entrada al cine? ¡Ya se! –Se dijo- venderé estas revistas de novelas de Susana Dosamantes, Jorge Rivero y estas otras de Corín Tellado. Y le entregó las revistas a su amiguita Mirta quien tenía el don de convertir en dinero hasta el papel manchado.
A las seis de la tarde, las tres amigas estaban listas para ir al cine, Martita a sus 14 años lucía encantadora con su minifalda y blusita “A gogo” igual que sus amigas que se prestaban todo para poder combinar. Vieron el cartel de cine en la entrada, hasta ese momento no sabían que película exhibirían “¡Vaya, es Django!” Dijo la Maruca. “¡Hay sí, que bello son sus ojos!” contestó la Mirta. Pero Martita no vio el Cartel, sus ojos recorrieron el parque donde unos ancianos caminaban con pasos cortos, vio el corredor de Las Carrasco donde don Beto pelaba naranjas y doña Marta Figueroa freía tajadas, “Quizá ya entró mi Memo” suspiró. Volviendo a la realidad, entraron al salón de carteles, viendo los mismos de siempre “El hombre Cobra” “Operación Dragón con Bruce Lee” “El tunco Maclovio” “La Fosa y el Péndulo” “Tarzan” siguieron caminando, a la izquierda la cabina de Radio la Voz del Junco era la hora de “El Oyente Manda” con Luis Amílcar Paz; a la derecha del pasillo, sentada en un butaco doña Zulema, con una cajita de madera y los tickets para galería o palco. Pagaron su entrada, tomaron los tickets y continuaron caminando a la primera entrada de palco; las primeras butacas estaban ocupadas en una esquina don Leónidas Rosa, quien ni bien empezaba la película quedaba dormido plácidamente y despertaba hasta que encendían las luces.
Ya la sala estaba a media llena, así que eligieron sus butacas en una sola fila, donde esperaba el silencioso Memo. Las luces se apagaron y el rayo de luz que proyectaba la película iluminó la pantalla, el sonido de música jazz le prosiguió una extra de Tom y Jerry; después la sección “Mundo al Instante” con los adelantos de la ciencia y eventos del mundo. Bellas plazas de Europa con sus museos, que sin saberlo la pequeña Martita recorrería adulta un día, una y otra vez. Todo iba bien para la tierna pareja de enamorados que por primera vez se tomarían de la mano en la complicidad de la oscuridad y la cercanía de las butacas. Iba bien hasta que apareció un haz de luz del foco de Miguelito Hasbun iluminándolos. Estaban justo abajo del proyector de cine y el con voz suave dijo: “¡Cuidado con ese Guillermo… Chestercita!” sin dejar de iluminar. Y Martita se encogió por que se sintió descubierta, Miguelito era amigo de su padre “El Armero”. Y así cada cierto tiempo un haz de luz le persiguió durante la película.
Maruca y Mirta reían al salir del cine, imitando a Miguelito Hasbun y simulando apuntarle con un foco…”Cuidado Chestercita” “¡ja, ja, ja!”
esto! –Dijo Memo cuando su padre casi lo hala de las orejas subiéndolo a un busito. Y Martita guardó la bolsita de Memo. Al llegar a casa la guardó en una bolsa de un saco de su hermano Guayo.
El fin de semana llegó y con él los demás familiares de visita.
-¡Hay que buen hijo es mi Guayo! –dijo sonriente la Pastora – “Me trajo Orégano” enseñando la bolsita que había guardado la Martita. Y Guayo con ojos desorbitados expresó.
-Enseña Mamá! tomando la bolsita y oliéndola. Luego se dirigió a Martita gritando:
-¡Cual Orégano, esto es Mariguana! ¡Sapaneca! ¡Monja con Cachos! ¡Esto te pasa por andar con mariguaneros!
Y la Martita sintió morir, solo cerró los ojos al ver a su hermano alzar su mano con la bolsita de su Memo.
Las notas de la canción “Luto en mi alma” cobraron vida en su cabecita…¡Ha muerto un amor….Redactado y autorizado por escritor Marlon Rodriguez.