Adiós San Nicolas

¡Adiós San Nicolas! III ,,,,,,Otra vez se terminó la comida en mi casa, no se por que uno solo en comer piensa. Si estoy tumbado en el petate, ya huelo las tortillas tostadas que desde alguna hornilla vecina están calentando, sin necesidad de moverme mi olfato de perro sale por las rendijas de la puerta, da la vuelta al corredor, llega al patio, y ya huelo un mango maduro, luego sigo oliendo cruzando el cerco de tablas hasta donde la vecina chona, también huele a frijoles, esto es sopa espesa de tres días, allí está el aroma a culantro.
Me levanto de mi petate,lo enrollo y guardo en una esquina.
Debo irme de nuevo hacia Santa Bárbara a ver que consigo, y debe ser ya antes que amanezca. El pavimento caliente cansa mis pies, lo sé. Ojalá no llueva, aunque uno empansado suda menos y se cansa menos. Que bonito fue el mes pasado que derepente llegaron varias personas a dejarme bolsas de alimentos, allá en la acera donde el chinito Romero, el día había sido difícil sin carros ni gente en la calle y era el tercer día sin comer. Pero yo se que los milagros no se repiten, ya que otros igual que yo deben ser ayudados, por que todos tenemos hambre. Hoy es otro día y la fortuna me espera, mamá lo sabe, que regresaré con algo en mis manos. Está oscuro aun, me tropiezo y caigo, me levanto y sigo el camino. Me he vuelto a caer y algo se desconectó dentro de mi, quiero limpiar mi cara pero mis manos están tiesas, debe ser por el frío y el hambre, me digo para darme tranquilidad. Pero ya llevo mucho tiempo tirado en este zanjo, los gallos ya no cantan y está claro el día, escucho el motor de los carros que pasan velozmente por sobre el pavimento. Yo como soy callejero puedo ir de espaldas y ya se con solo oír que tipo de carro es, ese que se oye es un camión de la cervecería, no es bus porque el ruido del motor y la carrocería floja es distinto. ¿Pero, que me pasa que no me puedo mover? Hoy si es mi fin, ¿no será que estoy muerto? Pero los muertos no oyen, ¿ y si oyen y uno no sabe? ¡ayuda! Logro gritar, escucho unos pasos de los trabajadores de San Vicente, ojalá me escuchen. ¡ayuda por favor! Los pasos se acercan a mi, escucho que dicen: es el Chelito de San Nicolas, siento que varios brazos me levantan y me colocan sobre la paila fría de un carro, el motor ruge, veo borrosamente que los árboles pasan veloces, los Guanacastes con sus orejas secas y las Acacias rojas, escucho el caudaloso Ulua crecido por las lluvias, los montes reverdesen.¿ Y yo, reverdeseré? ay Diosito, esto no me está gustando, debo recuperarme de este sopapo, mi madrecita me necesita. Ya estoy en el hospital y escucho decir que tienen que hacerme unos exámenes en san pedro, me dejan por no se cuanto tiempo en la camilla. Afuera anda un Chelito reportero que dice va ayudarme. He perdido la noción del tiempo, me veo en una ambulancia, estoy en otra ciudad, en otro hospital, los enfermos y los lamentos están por todas partes. Mi madrecita sigue esperando allá en San Nicolas, cada día me siento más liviano como si flotara, hace rato sentí un fuego en mi corazón, ahora siento una paz que nunca sentí, miro hacia abajo, las nubes pasan en cámara lenta, mis ojos se cierran en un dulce sueño y mi último pensar es a mamá, cuanto le amo. Redacción Abogado Marlon Rodriguez