
A partir de la década de los años ochenta, como virus económico se extendió por el mundo el neoliberalismo con sus políticas de ajustes estructurales privatizadoras y de reducción del gasto público en los sectores sociales claves para el desarrollo del país como la educación y la salud, convencidos sus promotores que los “gobiernos son el problema y no la solución”
Sus principales teóricos fueron los economistas Friedrich Hayek y Milton Friedman y sus exponentes más connotados Margaret Thatcher en el Reino Unido, Ronald Reagan en Estados Unidos, y el dictador Augusto Pinochet en Chile
La entrega de los medios de producción y servicios públicos a las grandes corporaciones con la esperanza que cuanto más ganarán más inversiones generarían en el país, resulto un fracaso total porque todas sus ganancias las enviaron hacia el exterior, que en el caso de Honduras ascienden alrededor de 8 mil millones de dólares, cifra superior a los 5 mil 250 millones que con mucho sacrificio enviaron los hondureños en el exterior durante el año pasado.
Sobre las espaldas de los trabajadores recayó la pesada carga del neoliberalismo pues se congelaron los salarios, se reformaron las leyes laborales para permitir contrataciones temporales, a media jornada y por hora, sin derechos a la estabilidad y a la seguridad social, pues la pretensión es hacer las empresas competitivas mediante el sacrificio de los trabajadores y trabajadoras.
Quien inicio en Honduras las políticas neoliberales fue el fallecido expresidente Rafael Callejas, quien con su famoso Decreto 18-90 empezó a desmantelar y a reducir el aparato del estado, trasladando a sus amigos del sector privado las actividades que generaban mayores ingresos al gobierno, como la Empresa de Energía Eléctrica, ENEE, Hondutel y la Empresa Nacional Portuaria, entre otras.
En la actualidad la ENEE y Hondutel están en cuidados intensivos y próximas a morir pues las deudas a los generadores privados de energía eléctrica y la competencia de las empresas privadas de telecomunicaciones las tienen al borde de la muerte.
Por culpa de quienes impulsaron las políticas neoliberales, Honduras es uno de los países más pobres del mundo y el más pobre y desigual de América Latina; por ello, el covid-19 está matando diariamente a muchos hondureños con la lamentable tendencia que en el cercano futuro las cifras de los fallecidos aumentará en razón del incremento de las pruebas que se practiquen a la población.
Muchos de los responsables intelectuales y materiales de la implementación del neoliberalismo en el país ya murieron dejando como herencia una economía con más deuda externa, con servicios públicos colapsados que la pandemia ha puesto al desnudo y con un estado fallido en manos de gobiernos corruptos y denunciados por narcotráfico.
Hace 10 años, la deuda pública del país ascendía a 70 mil millones de Lempiras; en la actualidad suma alrededor de 275 mil millones de Lempiras, que representan alrededor del 50% del Producto Interno Bruto, PIB; así mismo, las recaudaciones por impuestos hace 10 años ascendieron aproximadamente a 51 mil millones de Lempiras para un valor actual a 117 mil millones de Lempiras. La deuda se ha multiplicado por cuatro y los tributos duplicados sin que existan mejorías en las condiciones socioeconómicas de la población.
Y entonces, ¿QUIEN PAGARA LA CUENTA? En la actualidad ya la está pagando el pueblo hondureño con su pobreza, desigualdad, desempleo, desnutrición y demás; y hacia el futuro, la pagarán los niños y jóvenes de hoy porque esas deudas son de largo plazo; así como en la actualidad se está pagando las obligaciones económicas contraídas hace 15-20 años; así lo harán quienes paguen sus impuestos dentro de 20-25 años, lo que significa que lo futuros hondureños que aún no han nacido ya traerán sobre sus espaldas el peso de los compromisos financieros que los actuales gobiernos han contraído durante los últimos años.
Ese futuro complejo y nebuloso, obliga a quienes tienen la responsabilidad de dirigir al país a tener la capacidad de ver el horizonte desde las alturas y diseñar las políticas públicas inclusivas y democráticas que beneficien a todos los hondureños; si no se aprovecha la oportunidad para cambiar, se cumplirá la afirmación del historiador y científico social judío Yuval Harari quien dijo que Honduras por su modelo económico y educativo, desaparecerá para el año 2050 y para llegar a ese lapso, apenas faltan 30 años.
En cumplimiento de ese compromiso de diseñar el futuro; el Colprosumah reafirma su convicción que la educación con calidad debe ser el eje central del desarrollo del país; y, por ello, en esa pretensión, nuestra organización pondrá todo su esfuerzo para que en conjunto con todos los sectores de la sociedad hondureña constituyamos la MESA DEL DIALOLOGO EDUCATIVO como la instancia apropiada para resolver los problemas históricos de la educación nacional y nos proyectemos hacia el futuro convencidos que estamos haciendo lo mejor por nuestro país.
Esta es la gran oportunidad para que todos los sectores de la nación nos unamos para cambiar la triste historia nacional de revueltas, intervenciones extranjeras, golpes de estado, elecciones fraudulentas, huracanes y pandemias que algunas veces se ha escrito como drama y otras como tragedia; por tal razón, tiene vigencia permanente la expresión del célebre poeta y escritor nacional Rafael Heliodoro Valle cuando dijo que “la historia de Honduras se podía escribir en una lagrima” ,Editorial redactado por Oveniel Flores Presidente COLPROSUMAH
