Agonía en altamar: Trece marinos hondureños abandonados en crucero Greg Mortimer

Tegucigalpa, Honduras (Conexihon).- Trece marinos hondureños fueron abandonados a su suerte luego de que se detectara la presencia del mortal virus COVID-19, a bordo de un famoso crucero de lujo que se encuentra en aguas uruguayas y sin poder desembarcar.

Día a día las 84 personas a bordo están a la espera de que se confirme un caso positivo más, luego de que el último reporte registrara 36 casos. Muchos temen no poder regresar a sus casas y abrazar a sus familias. La dantesca escena no parece conmover a la compañía o a las autoridades hondureñas que hacen caso omiso del clamor por salvaguardar sus vidas.

Marvin Fernando Paz (51): Hondureño a bordo del Greg Mortimer“Estamos en el Greg Mortimer de la Compañía CMI. Yo aborde el 15 de febrero este barco, estamos haciendo cruceros hacia la Antártica, lo abordé en Ushuaia, Argentina hace un mes y regresamos el 15 de marzo a Ushuaia.

Cuando veníamos de nuevo a Argentina se oían las alarmas de la pandemia. La organización Marítima Internacional había advertido que no recomendaba hacer más cruceros porque ya había puertos que iban a cerrar y nosotros creímos que íbamos a quedarnos en Argentina, que ya no íbamos a embarcar más pasajeros por todo lo que se decía, pero como no tenemos acceso a toda la información, no lo sabíamos.

Desembarcamos a los pasajeros que habían completado el crucero y comenzamos a meter las cargas de las provisiones, a eso de las 3:00 de la tarde comenzaron a llegar los pasajeros que venían de Australia, Estados Unidos, Nueva Zelanda y otros países. Se hizo la embarcación con el protocolo habitual y partimos. Sin embargo, Mauricio Usme Arango, médico abordo, le pareció extraño que esos pasajeros habían pasado todos los aeropuertos, cuando ya estaba toda la alerta del Coronavirus.

En la Antártida, aparecen los primeros casos Luego de una la semana estábamos en la Antártida, el 22 de marzo y apareció la primera persona con síntomas. El pasajero australiano que días después estaría hospitalizado en Uruguay, comenzó con los síntomas. Inmediatamente el doctor activó el protocolo de sanidad del barco. Lo aisló en su cabina y él advirtió al capitán y a todos que eran síntomas de Coronavirus, pero como no se sabía a ciencia cierta, porque no había a bordo pruebas para confirmarlo.

Siguió corriendo el crucero y cada día aparecían más pasajeros y más tripulantes con síntomas. Comenzaron a aislar a los pasajeros. Se aislaron a todos los pasajeros, después no podían salir de la cabina, inclusive los tripulantes presentaban con síntomas.

La situación en el buque se complicó aún más cuando 128 de 217 pasajeros y miembros de la tripulación dieron positivo al virus.

Ni siquiera fueron recibidos en las Islas Malvinas/Falklands, un territorio no autónomo administrado por Reino Unido, ya que las autoridades locales dijeron no tener capacidad para lidiar con el alto número de infectados.

De retorno a UshuaiaLa compañía australiana Aurora Expeditions, dueña del crucero de lujo Greg Mortimer, decidió retornar a Ushuaia, Argentina para ver si se podían desabordar los pasajeros porque ya les habían advertido que Australia podría cerrar sus puertos. Retornamos a Argentina el 28 y fue imposible desembarcarlos porque ya los puertos estaban cerrados.

Es así que el Greg Mortimer, que había zarpado el 14 de marzo cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) había reportado 142.000 casos y 5.400 muertes, terminaría fondeando en aguas uruguayas el 27 de marzo.

Se tomó la decisión de salir a donde estamos anclados en la Punta del Este de Uruguay, en el río de la Plata, un estuario​​ formado por la unión de los ríos Paraná y Uruguay, en el Cono Sur de América, a 20 kilómetros de Montevideo. Tampoco fue posible que anclara el barco porque las autoridades del puerto tenían la alerta por la pandemia y no lo permitieron.

Se extiende el contagioEl 31 de marzo, hasta esa fecha había al menos 22 personas infectadas, -recuerda Marvin- comencé con síntomas (fiebre, dolor de cabeza, dolor de cuerpo). Fui al médico y me aislé en mi cabina. Desde esa fecha estoy aislado en la cabina. Hoy ya tengo 34 días.

El Greg Mortimer, un crucero de 104 metros de largo con capacidad promedio de 126 pasajeros, que tenía previsto un recorrido por la Antártida y las Islas Georgias del Sur, iba a navegar, pese las recomendaciones sanitarias a raíz de la pandemia del COVID-19.

El barco solo tiene a su tripulación a bordo, ya que los pasajeros fueron repatriados a sus respectivos países. “El gobierno australiano mandó un avión. Hicieron un cordón humanitario y desembarcaron los pasajeros estadounidenses y de otros países.  Algunos iban infectados, otros no positivos, pero eran pocos los que no estaban infectados”, explicó.

El gobierno uruguayo mandó una comisión médica antes de que desembarcaran los pasajeros para hicieran la prueba y a los tres días mandaron los resultados, casi toda la población estaba positiva. Lograron desembarcar a los pasajeros en dos viajes y salieron del barco hacía los buses que los llevaron directamente al aeropuerto con sus respectivas máscaras y guantes.

La espera se vuelve infinita, más casos positivosLa compañía anunció que la tripulación sería desembarcada, pero no ocurrió así. Se han hecho tres rondas de pruebas y las tres han salido positivas y cada vez que nos hacen una prueba salen más casos negativos.

De 84 tripulantes que quedaron en el barco, 30 dieron positivos antes de la tercera prueba, realizada el 30 de marzo, “nos la entregaron el 3 de abril y volvió a salir positiva y el 17 de abril falleció un compañero” quién omitimos su nombre.

“Lo sacaron del barco y lo llevaron a un hospital aquí en Uruguay donde murió. El doctor también se puso mal. Se lo llevaron, pero pudo recuperarse y lo volvieron a traer al barco, así como cinco personas más de otras nacionalidades”.

Hasta ahora la compañía no ha decidido que va a hacer con la tripulación. “La infección sigue porque la carga viral que hay dentro del barco es mucha. Tal vez nuestro cuerpo expulse el virus, pero vuelve a entrar porque todos respiramos el mismo aire, lo que significa que el virus sigue ahí y la enfermedad se extenderá a otros que no habían sido afectados todavía”.Compartida a petición de la periodista Amada Ordeñes ,,C- LIBRE