Trinidad Santa Bárbara conmemora 226 sin celebraciones por la pandemia del covi-19

Trinidad conmemora 226 años en medio de la soledad

Santa Bárbara Honduras. www.loschuñas.con.   Trinidad Santa Bárbara conmemora hoy 14 mayo su 226 aniversario de fundación, en medio de la soledad y silencios de sus calles debido a la cuarentena que guardan sus vecinos debido a la pandemia del coronavirus, pero sus hijos desde sus hogares se llenan de alegría por sus 226 años.

En otros años las celebraciones del aniversario de Trinidad ha sido con pólvora, música de marimba, baile de danzas, eventos culturales y ventas de comidas y bebidas típicas, hoy por la pandemia su historia solo la podemos conocer en los muros de las redes sociales, las cuales son posteadas por sus laboriosos hijos.

Tomado de redes sociales a continuación compartimos la historia de esta hermosa ciudad del departamento.  Corría el año de 1792, don Juan José Fajardo y otros vecinos examinaban el llano seleccionado para establecer la aldea, entre las observaciones realizadas por los habitantes del valle La Trinidad (partido de San Pedro Sula), verificaron que esa pequeña planicie se encontraba en el camino real que venía de Comayagua, que el sitio era “plano”, ideal para “la formación de casas” y la temperatura tan buena que los que en ese lugar moraban alcanzaban avanzada edad.

 El lugar era hermoso, bañado al norte por una quebrada llamada del Agua Blanca, que en tiempos de lluvia tenía corrientes abundantes y pese a que en abril y mayo solía secarse, quedaban pozos que proveían de agua suficiente.
En cuanto a las tierras, manifestaron que eran fértiles para cosechar maíz, arroz, fríjoles y algodón y los montes inmediatos propios para la crianza de ganado vacuno y caballar.

Sin olvidar, que dicha aldea quedaría al pie de una escabrosa cuesta en el tránsito de ella a Petoa, y así prestaría grandes utilidades a los pasajeros. Pese al interés del Subdelegado de Tencoa Blas José de Baena que pretendía ubicarlos en el sitio de Monapa (y no en el actual) a pesar de sus desventajas, don José Manuel Valenzuela quien fungió como Juez de Visita informó al Gobernador-Intendente (García Conde) quien el 21 de marzo de 1794, aprobó la elección del sitio mandando a “librar oficio al Subdelegado de Tencoa, encargado de la jurisdicción de Chioda (Chinda)”, para que procediera a delinear las plazas y calles de la Reducción y a proponer los sujetos que pudieran ser Alcaldes y Regidores para que, confirmados por la Intendencia, se les nombrara el correspondiente nombramiento.


El 13 de mayo se realizó el trazo de La Trinidad y el día siguiente en reunión vecinal eligieron como alcalde a don Juan José Fajardo, Escribano a don Miguel Felix Paredes, Regidor Mayor a don Cayetano Fajardo, Regidor Segundo a don Pablo José de Paz, Alguacil Mayor a don Vicente Rápalo, y por segundos a don Martín Fernández y don Francisco Pineda. Puesta esta elección en conocimiento del Gobernador Intendente García Conde, fue confirmada, y así, con más de veinte familias, se fundó la aldea La Trinidad. De esas mismas familias: Fajardo, Paredes, Paz, Rápalo, Fernández y Pineda, los descendientes, la siguen habitando, le ofrendan vida, sus vidas. La Capital de la Cultura Popular, la autodenominan con orgullo profundo, cercano al chauvinismo, nadie se la disputa, nadie se la merece más.

 Se casan entre parientes; esos cruces genéticos, dicen haber pasado factura: que el que no tiene un loco en la casa, lo alquila; que al cumplir doce años el primogénito, sus padres mandan enterrar en el patio de cada casa, un poste para atarlo luego, en sus días de lunático.
Se dice que solo tienen cuatro avenidas, dos son de ida y dos de vuelta, pobre de aquel despistado que sea pillado en contravía. Sus ínfulas identitarias, son hermosas, comentan que un vecino, tiene un árbol de tamarindo en el que duermen tres pares de gallinas y un gallo, pero el rótulo, afuera, anuncia: Granja avícola. Bioseguridad. Que en una esquina, alguien vende clavos, tornillos, alambre dulce y cal, pero su promocional habla de: “Complejo Ferretero El Teco”. Así es la gente de este típico poblado con callejuelas angostas diseñadas para las recuas de carretas movidas por tracción animal, techos de teja, frontales habitacionales con rasgos arquitectónicos coloniales y la agraciada iglesia y el salón consistorial frente a la misma plaza que midieron sus primeros habitantes.


Adeptos al rito de conversar, contar, “perrear”, pelear, exagerar, crear, soñar, cantar, amar y en ese afán curar, guardar palabras, significados, costumbres y tradiciones que se han extinguido en otros poblados. Trinidad, es un pueblo para sí, pueblo para otros, pueblo que se ofrenda, pueblo que celebra, pueblo que resiste, pueblo que hiperboliza, pueblo que ríe, pueblo que canta, pueblo rebelde, pueblo consciente de que a veces, son solamente un pueblo que invita andar, que arrastra, a un país que permanentemente se niega caminar. Redacción Alex Sabillón, Marlon Rodríguez, Tomado del muro de Facebook de Hecho Trinidad S.B